El caótico mundo de las letras.

lunes, 25 de enero de 2021

.

Mentiría si dijese que escribir sigue siendo lo mío. 

Mentiría si dijese que todo ha ido por el mismo camino. 

La verdad es que ya no hablo de hilos, demonios ni alas que desplegar. No hablaré sobre vacíos, oscuridad ni dolor. Al menos no ese dolor. Siguen ahí, a veces, y no pasa nada. Ya no escribiré más sobre sonrisas, momentos inolvidables ni de siempres, ni juntos, ni amor. Al menos no ese amor.

Nada de historias de superación y aprendizaje transcendentales. 

Nada de llevar a los extremos lo inexpresable.

¿Hablaré? ¿escribiré? Ni yo misma lo sé. 

Ahora, en este momento, sé que si hablase de algo sería de lo mismo que siempre, pero de forma diferente. Porque sí, el cambio, lo que veía ayer de cierta forma lo observaré mañana de otra manera. Lo mismo de siempre que me persigue, y que seguirá haciéndolo, seguirá ahí y yo seguiré escribiéndolo, hablándolo. 

Quien sabe, ya no sé ni expresar como antes, y quizás es bueno. 

Ya no, ya no estoy mal (o sí), ya no me siento vacía (o sí), ya no me siento sola (o sí) y no me importa (o sí). Da igual, realmente es insignificante porque mañana ya no estará, o sí, pero pasará. Todo pasa, guau, increíble ¿verdad? Díselo al tú del pasado y verás como se ríe.

Mentiría si dijese que todo lo que digo tiene sentido, ni todo lo que hago, pienso, siento, temo o me atrevo. Pero he aprendido a decirlo, sentirlo, hacerlo, pensarlo y atreverme a temerlo. Y creo que eso es lo más importante, he aceptado que estará ahí, siempre, hasta que yo le abra la puerta o lo transforme en algo un poco mejor. 

Tendré que aceptar que el camino que llevo quizás implica que no vuelva a escribir y hablar sobre hilos rojos y alas que desplegar pero tampoco de dolor, vacío y oscuridad. Habrá momentos en los que sí sentiré esas metáforas y algunas más grandes pero no necesitaré plasmarlo, o al menos no de esta forma. 

Avanzar, hacia lo desconocido con miedo pero paso firme, o no, pero avanzar con sinceridad. 

miércoles, 3 de abril de 2019

Ahora


Hace tiempo que pasó todo.
Mentiría si dijese que nunca pienso en ti.
Ahora lo hago de otra forma.
Las cosas han cambiado.
Ahora  me toca a mi desplegar mis alas y aprender,
a vivir.
Vivir como nunca pude a tu lado.
Quiero vivir las cosas a mi manera,
aunque no sea la misma que la del resto.
El mundo ya no importa.
No merece la pena. 
Ahora sí,
me hallo recompuesta, 
mil veces mejorada
más todo lo que queda.
Quiero metamorfosearme.
Ignorarlo todo,
amarme más que a nadie.
Nunca más lucharé contra los demonios,
de nadie.
Nunca más hablaré con el espíritu del pasado,
de nadie.
Todos son nadie.
Yo lo soy todo.
Debo serlo todo,
para mí.
Y nadie más.
Caótica,
pero real.
Y nada más.

viernes, 6 de mayo de 2016

Libérate


Ahora lo veo todo de una manera distinta. Es como si hubiese tenido los ojos cosidos a tu embrujo y no viese la realidad.
La realidad.
La realidad era que yo no estaba bien, era feliz contigo pero no era feliz conmigo. La realidad es que tú no estabas bien, eras feliz conmigo pero no eras feliz contigo. Nuestros demonios se hacian más grandes con cada discusión. Cada detalle que nos molestaba del otro nos ahogaba, nos enjaulaba, nos intoxicaba. Empezábamos a ver los demonios del otro e intentar eliminarlos cuando no éramos capaces de eliminar los propios. Hasta que acabábamos compartiéndolos y sumándolos a los que ya teníamos a nuestra espalda. Opresores de nuestras alas.
El problema.
El problema no fui yo para ti ni tú para mí. El problema fue el yo para mi y el tú para ti. Quizás todo hubiese sido distinto si al menos uno de los dos hubiese conocido mejor a sus demonios pero no, ni tras años y años de convivencia con ellos éramos capaces de comprenderlos.
 Fuimos la pareja más perfecta y las personas más toxicas de la historia. Nos envenenamos a lo Romeo y Julieta. Y cuando llegó nuestro fin, llegó nuestro verdadero principio. Nos liberamos y desintoxicamos. Y asistimos a clases de cómo olvidarnos. De cómo no odiarlos, de aceptarlos y llevarlos a nuestro lado en lugar de a cuestas.
No sé.
No sé si tú habrás sido capaz de abrir tus alas. Yo lo he hecho, y deseo que puedas sentir lo que se siente al volar, al cambiar, al no tener ningún peso en tus hombros,  al ser aire, al ser nada y al serlo todo.

lunes, 21 de marzo de 2016

Vísceras


Eras mi mayor bendición. Mi cura. Mi soplo de aire fresco. Eras el sol de la mañana y el haz de Luna de la noche. Eras mi razón de ser. Me llenabas. Contigo me sentía completa, sin miedos, valiente, segura de mí mí misma. Contigo me veía mejor, me quería...
Me hacías jodidamente feliz, no sabes cuanto...
Mi vida insulsa tenía sentido a tu lado. Contigo todo lo demás estaba de más, daba igual, no existía.
Anhelo mirarte y ver cómo te perdías en mi mirada y sonreír. Anhelo acariciarte como si al no hacerlo fueras a desaperecer, como si no lo hiciese nunca, como si fueras algo nuevo, algo tan frágil que tenía que cuidarlo. Anhelo acariciarte como si fueras a desaparecer, como si fuese la última y única vez.
Anhelo que me amparases entre tus brazos, que fueses mi refugio, mi hogar, mi calma... que se parase el tiempo y el dolor al estar entre tus brazos, el ser uno...
Anhelo tu risa, tu forma de sonreír, ser la única que te escuchaba y quería escucharte por siempre, ser la única que te entendía. Anhelo que fueras el único que me entendía, que no me criticaba, que me aceptabas (incluso me amabas) tal y como soy, con todos mis monstruos, mis imperfecciones y mis indecisiones.
Anhelo que fueras mi motivo para vivir, para ser feliz y luchar, luchar para seguir adelante y conseguir mis sueños (para descubrir cuáles eran). No por sobrevivir, no por sólo existir.
Ahora, ahora te has ido y has dejado el mayor vacío que he tenido en mi vida. Has sido y serás el amor de mi vida, mi pececito bonito, mi bobo y tontorrón. 
No eras perfecto para los demás, eras perfecto para mí.
Ahora te has vuelto monstruo, guerra, dolor, vacío, recuerdos. Te veo por todas partes y me dueles. Eres mi alucinación preferida pero ya no eres real para mí. 
Me siento tan vacía sin ti, sin fuerzas para seguir. A veces no quiero ni sobrevivir, todo es tan pesado y arduo sin ti. Sin ti, para mi vuelvo a ser nada, sin ti los demonios me acechan...y me alcanzan. Tú, precisamente tú te has convertido en uno de ellos, el mayor de todos ellos.
Te echo de menos. Te necesito aquí, conmigo. Quiero estar entre tus brazos, refugiarme y olvidar todo lo demás. Quiero teletransportarme al paraíso contigo. Finjo que no, que no duele, que no te echo de menos. Finjo que puedo estar sin ti. Que puedo con todo, que no me hundo, que no estoy hundida...pero estoy de mierda hasta las orejas y sólo quiero poder mirarte de nuevo. Abrazarte y olvidarlo todo, TODO. 
Quiero matar todos mis monstruos junto a ti.
Quiero matar tus monstruos por ti.
Quiero dejar de sentirme así.
Te quiero.
Y ojalá no lo hiciera.
...

sábado, 12 de marzo de 2016

Sorpréndete



A veces me resulta sorprendente la manera en la que la vida nos sorprende, valga la redundancia. La de vueltas que dan las cosas, como si estuviésemos atrapados en una ruleta eterna de cambios, de sensaciones y sentimientos. Cambios, de eso va la cosa. Desde siempre he sido reacia a los cambios, tan difíciles de sobrellevar, tan difíciles de adaptarlos y adaptarse a ellos pero sobretodo difíciles de aceptar. Es curioso cómo cuando se quiere cambiar no se es capaz y cuando estás tan a gusto, cambias. Sin darte cuenta, como si un día te levantases y el mundo fuese distinto, tu perspectiva del mundo fuese distinta. Y es que vivimos en continuo cambio: nuestros conocimientos cambian, nuestras emociones cambian, nuestro cuerpo cambia, el entorno en el que vivimos cambia, las amistades cambian, la manera en la que vives cambia. Sin dejar de ser uno mismo vas cambiando hasta encontrar la manera exacta en el momento exacto en el que se necesita. Por eso cambiamos, necesitamos cambiar. La igualdad sería demasiado aburrida. Las rutinas son aburridas, los planes son aburridos, la organización es aburrida pero la vida no es aburrida, la vida es irónicamente divertida, porque cambia. Tras mil vueltas de ruleta hace que todo sea menos igual, menos estable, mejor. La vida es mejor si cambias, así que deja el miedo y atrévete a cambiar. Que quieres saltar por puentes atado a una cuerda y tienes miedo a las alturas ¡hazlo! Que quieres decirle a esa persona que es preciosa pero no te gusta parecer humillante ¡hazlo! No tengas miedo. El miedo no te permite cambiar y aunque cuesten, los cambios son vida.


sábado, 30 de enero de 2016

Lo desconocido



El día en el que mis días dejaron de ser vacíos para ser días llenos de obligaciones es el que hizo que todo cambiase. Cuando tuve que abrir la puerta a lo desconocido, que tanto miedo me daba, y di un paso hacia delante para conseguir hacerme frente a lo nuevo sin morir en el intento. He caído alguna vez que otra, no lo voy a negar, pero he seguido enfrentándome a más cosas nuevas y desconocidas para mí. Pero ahora, que lo nuevo deja de ser tan nuevo y lo desconocido pasa a ser conocido hay algo que sigue dándome mucho miedo. Y es caer de nuevo en lo conocido. Yo me entiendo. Es tropezar con la misma piedra inútil que me amarga el resto de mis pasos porque me destroza el zapato. Y de tantas veces que tropiezo me quedo sin ellos, teniendo que aguantar el camino sin protección ninguna. Yo me entiendo.
Y en eso sigo cayendo, en lo conocido, que no por ser conocido dejo de caer en sus redes. Y así cada vez estoy algo más ida, pues quizás me de miedo lo desconocido al no querer que se vuelva conocido. A que un día deje de ser emocionante, porque pasas miedo, pero al conseguir hacerle frente sientes euforia, autoreconocimiento, ¡joder! crees que puedes y eso es algo que a mi me falta. Por culpa de lo conocido dejé de creer, de creer en lo más importante del mundo, en uno mismo. 
Ahora intento mantener mis días ocupados, hacer mil cosas, mantener la mente ocupada, proponerme objetivos... porque quiero seguir avanzando en lo desconocido y dejar de temer a lo conocido. Quiero disfrutar del hecho de poder comer fresas con nata, de que el sol caliente mi piel después de unos días estresantes, de observar los atardeceres embobada, de ser alumbrada por la Luna en la noche y sentirse brillante, de reír con los amigos, de pasar las páginas de un libro que me hace sentir, de llorar (pero de alegría) y, ¿por qué no? quiero amar y que me amen como nunca, sin ser rechazada al tiempo. 
Aunque aún sea pronto y muchas noches sólo consiga dormirme entre lágrimas. Aunque haya días que puedan conmigo, quiero y deseo que llegue un día en el que todas esas cosas vuelvan a ser desconocidas, o como si lo fueran, porque disfrutaré de ellas como si fuese mi primer día.

martes, 1 de diciembre de 2015

Son las cosas que más queremos las que nos destruyen


Es inevitable que el tiempo pase y por cada segundo las cosas que vayan sucediendo se acumulen. No sólo se acumulan los sucesos malos, también los buenos, pero llega un momento, un punto de inflexión, en el que lo bueno deja de hacerte sentir bien. Cuando se está en ese momento de tu vida en el que las pocas cosas que tienes te van bien no eres capaz de ver las cosas malas, o no le das demasiada importancia, las justificas y piensas que será pasajero. Todo te va tan magníficamente bien hasta que  algo pasa: todo pasa. Todo, absolutamente todo se desmorona y se hace añicos. Y a partir de ahí, del final, el the end de tu hermosa historia, todo lo bueno es malo y lo malo es mucho peor. 
¿Cómo es posible que aquella persona que te ha hecho vivir los mejores momentos de tu vida en tan sólo unos minutos desaparezca para siempre? 
Tengo entendido que vivir atado al pasado es una carga, una carga enorme, vives cargando con el peso de todo lo malo pasado y dejas de apreciar lo verdaderamente bueno de tu presente. Te ciegas y no eres capaz de disfrutar de lo que tengas en esos momentos. Aunque ese pasado signifique haber estado luchando y sufriendo por una persona hasta conseguir ese hueco a su lado, ¿por qué cuando la tienes realmente en tus manos la dejas escapar? Sí, sí, las relaciones son así, las cosas cambian, las personas cambian, el tiempo cambia, los sentimientos, cambian...
Me siento tan irreal ahora que mi vida no tiene sentido. La única cosa que tenía y que le daba sentido ya no está y no sé qué hacer. Estoy atrapada. Perdida. No puedo seguir adelante, incapaz de alejarme  del pasado. No me lo esperaba, no había señales de que las cosas fuesen a peor (o no las quise ver). Y ahora no soy capaz de vivir, simplemente existo. El dolor está en cada parte de mi ser. Lo más punzante y ponzoñoso de ese dolor es el hecho de que no estaba en mi mano evitarlo, era irónicamente inevitable. A cada segundo que pasa el dolor se expande, te invade aún más, te inmoviliza, te petrifica.
Todo iba bien. Ahora ya no. La vida te otorga estar tan cerca de la felicidad para después arrebatártela de golpe. Es como robarle un caramelo a un niño ¡Oh dios! cuánto le gusta a la vida arrebatarle caramelos a sus niños y verles llorar hasta que acaban dormidos entre lágrimas. 
Hay que aceptarlo, no existen los "para siempre", estamos destinados a vivir para finalmente morir. Todo lo humano vivirá para al fin fallecer. El fin último de la vida. Nuestro destino. Tan sólo me gustaría que las cosas no vinieran de golpe, que existan señales luminosas de que este camino no tiene salida y que el final se acerca. No hay  nada más doloroso que la inesperada sorpresa del fin. ¿Y si no he disfrutado lo suficiente?, yo quería vivir más. 
Pero es así, no hay vuelta atrás...son las cosas que más queremos las que nos destruyen y lo peor es que somos nosotros los que otorgamos el poder de destruirnos.