El caótico mundo de las letras.

sábado, 23 de noviembre de 2013

La chica de cristal.


Era dura y fría.
Rígida y frágil. 
Todo lo que sentía se le veia 
porque transparente permanecía.

Caminaba con dificultad
a pesar de su calamidad
continuaba su hazaña
creando telarañas.

Cuando con un muro se encontraba
ella lloraba
no quería romperse más
pero el destino se lo aguardaba.

Sus huesos decidieron desaparecer
su corazón congelado 
quiso desfallecer,
y su cerebro quedó hipnotizado

Hipnotizado por los días de luz
que le daban esa claridad
con la que esos rayos, al traspasar su ser,
perdieran su calidez.

Pero eso no funcionaba,
ella permanecía congelada:
con su huesos de cristal;
ella no caminaba más.

Nunca se descongelaría.
Y vagaría por los mares de lágrimas
que ella siempre soltaría.
Era la dama fría, 
la dulce y grágil chica de cristal.





miércoles, 20 de noviembre de 2013

Historia de un algo y un nadie.


Comenzaste dejando de creer en todo. Porque la gota de lluvia no te mojaba. Porque el viento no te despeinaba. Porque el viento ya no te susurraba. Dejaste de creer porque perdiste todas tus batallas, una incesante derrota que te hizo caer tan hondo que preferiste vivir ahí abajo. 
Más tarde, te acostumbraste a vivir allí. Te acostumbraste a las sombras que creaban los pequeños rayos de luz que se colaban por las rendijas de esa prisión única. Te acostumbraste a odiarte a ti misma, te acostumbraste a no creer en nada. Te acostumbraste incluso a respirar lento para que el aire no te asfixiara, ese aire contaminado de malas sensaciones, buenos recuerdos tornados oscuros. Te acostumbraste tanto a andar en las profundidades de tu ser, que dejaste de ser. 
Luego, empezaste a descubrir rincones en ti que no sabías de su existencia. Fue en renacer en su totalidad, un renacer de tu ser. Pero seguías arrastrando esa burbuja forjada a base de lágrimas. A base de creer que la lluvia no te tocaría. A base de creer que se podía. Volviste a ser algo, ciertamente distinto al alguien que fuiste. A pesar de ello, seguiste descubriendo aspectos de ese nuevo ser que creías buenos. Te dejabas llevar por la corriente de aire que te ascendía. Te dejaste llevar tanto que, por idiota, al llegar justo a la cima, tropezaste con una hoja seca y amarilla, quemada por el sol, sin vida. Aquella hoja que creía ser un arcoiris pero que solo era la destrucción silenciosa. Esa hoja te hizo bajarte de la brisa, y al bajarte la burbuja estalló. Todas y cada una de sus moléculas venenosas llegaron hasta tus entrañas, tus capilares... viajando hasta el principio de todo. Convirtieron el ser en el no ser. Sí, te hicieron viajar al mundo del no más. Y mucho más. 
Finalmente, acabaste totalmente corrompida por las motas de polvo del volcán en extinción. Tus huesos te hacían chirriar, tus músculos entumecidos no te dejaban caminar, tu cerebro disecado-no más- y tu corazón paralizado, congelado y estropeado hasta siempre jamás. Empezaste a disolverte en la tormenta, paralizada en la línea que separaba todo. Poco a poco te incorporaste a la lluvia que nunca te mojará, evaporandote para no volver a ser jamás. Ya no crees, no te acostumbras, no renaces, no eres, ni caes ni subes, ni permaneces ni te dejas llevar. Ahora eres parte del todo y nada. Y tu alma, no será nada, nunca más.