La naturaleza se queja de nuestros actos. Es una presa dolorida que se queja porque le damos donde más le duele. Somos sus hijos agresivos y maleducados, la pegamos y maltratamos. Ella nos dio las cosas más bellas, hermosas e increíbles que pudo. Nos dio, lo primero, la vida que es lo mejor que nos pudo dar. También nos dio a seres con quien compartir nuestra existencia, todo tipo de seres: plantas, animales...
A algunos les dio el poder de volar, como a las aves, algunos insectos...A otros les dio capacidades tan especiales como vivir bajo tierra, soñar de día y de noche despertar, poder vivir en lugares muy secos o muy fríos, poder vivir en el agua y en ella y en la tierra a la vez, pensar, imaginar, crear... Nos dio agua, que sin ella no existiríamos.
Pero nosotros no cuidamos a nuestra madre, la que nos lo dio todo. Nosotros la matamos poco a poco, pues la contaminamos y destruimos sus creaciones. Contaminamos tierra, agua y aire. Matamos a todo tipo de animales, y ya no solo para sobrevivir o por necesidad, sino por diversión y entretenimiento. Destruimos sus plantas, construimos en sus tierras y bosques dañando a su vez a ecosistemas enteros de seres creados por ella. Y sabemos lo que hacemos y seguimos, en un ciclo que no tiene fin, como si madre fuera inmortal.
Ella se cansó de quejarse y que no le hiciéramos caso.
Y no tuvo más remedio que atacarnos, a su modo, para que hiciésemos algo por su sufrimiento. Creó medios destructivos en los que se jugaba con la muerte. Y aparecieron terremotos, tsunamis y huracanes y ciclones. Hizo que los volcanes entraran en erupción. Y con ello solo consiguió que unos pocos se atormentaran y otros durante un pequeño plazo de tiempo. Luego se olvidarían y seguirían con sus vidas condenadas a destruir.
Ella sigue ahora con su lucha incansable para que hagamos algo. Ahora juega con el tiempo, como la temperatura del planeta va aumentando poco a poco por nuestra culpa, ella hace que deje de llover con frecuencia haciendo que pasemos sed, penurias y calor.
Ella no quiere morir pero nosotros lo ignoramos por completo.
La naturaleza es más fuerte de lo que parece, nosotros no.