¿Sabes las de vueltas que da una cabeza reliada? ¿Sabes los cambios de estado que suceden en la persona que la posee? Yo lo sé. Y es insoportable. Cómo cambias por culpa de tantos hilos. Ya no sabes si se deshacen o se crean más. No te reconoces a ti misma. Pero ves que sigues sonriendo. Que mínimo unos cuantos hilos son buenos. Que uno de esos pocos te hacen mantenerte firme. Entonces consigues mantener un poco de esperanza y no derrumbarte. Pero sigues sintiendo que nada de lo aparentemente bueno es real. Sientes que es solo apariencia. Hasta que ya no sabes nada. Y los hilos aumentan con esa incertidumbre. Y te mareas, te cansas, intentas lograr ver algo dentro de ti. Algo que no sueles ver por culpa de los hilos, del bloqueo mental. Sientes como te vas degradando, consumiendo en ese pozo amargo de incertidumbre. Y sientes como cada vez eres más débil y a la vez más fuerte en apariencia. Y cada lágrima nueva que derramas te desconcierta más. Ves como tu verdadera forma de ser se va perdiendo y quedan restos. Sólo restos.
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