El caótico mundo de las letras.

miércoles, 23 de julio de 2014

La chica


¿Quién le diría a aquella pequeña chica que acabaría sonriendo? ¿Quién le diría que a pesar de toda la tormenta y de que aún hacía viento podía mover su gran arma? 
¿Qué importa? Esa chica puede sonreír, ¡y de qué modo! Ya no recordaba el calor en las mejillas cuando le daban un beso. Sonrojarse ante palabras hechas de pluma y vida. Ahora se queda sin aire cuando está a su lado. Habla de él cual niña pequeña de su muñeca nueva. Muestra de nuevo aquel gesto en el que sus ojos se iluminan y abren paso a otro mundo. Su mundo. Y no, no se lo muestra a cualquiera. Se lo muestra al causante de su nueva vida, no es perfecta, pero es su nueva y mejor vida. Y no, no tiene más de una. Sólo ha cambiado. Ha cambiado de mostrarse derrotada ante el mundo, de no creer en nada, de no sentir, no respirar, no volar... a abrir sus brazos al mundo, dejar que el viento que derrumbaba su morada le llevase a lugares mejores, a ver y sentir con la mente muy abierta. 
Ahora, a pesar del miedo que siempre tendrá a que vuelva a caer, a que vuelvan a romperse sus huesos de cristal y todo lo malo vuelva a empezar, a pesar de todo aquello que la atormentó, y aún le acecha, quiere andar. Caminar deprisa o despacio, como le plazca, saltar, rodar, correr, gatear y recorrer la vida de todos los modos posibles para poder sentir como nunca. Mejor que ayer y peor que mañana. Porque detrás de cada tormenta puede haber algunos arcoiris llenos de pequeños infinitos placeres. Placeres de los que esa chica no está dispuesta a privarse. Placeres que sentirá deseando que no sea la última vez, deseando que todo acabe en buen lugar. Al fin y al cabo, en ese pequeño cuerpo de cristal ya han caído demasiadas piedras para que se pueda romper más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario