El caótico mundo de las letras.

jueves, 16 de enero de 2014

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Aún recuerdo el día que decidí y me prometí retirarme de todo. Hacer una reverencia y desaparecer. Pues dos días después, alguien tiró del hilo rojo del destino, un pequeño golpe, quizás la brisa fue la causa. Pero cambió todo. Ese golpe me hizo acercarme para mirar de reojo al mundo, de nuevo.
Ese golpe leve del hilo creó un nuevo libro. En blanco, listo para empezar a llenarlo de barbaridades insensatas. De locuras y hazañas. Todo con ese rayo de sol que llegó a mí, gracias a la brisa que hizo que algo tropezara con mi deshilachado hilo rojo, humedecido y cansado de no funcionar. 
Me acerqué al mundo, porque el hilo me empujó y lo encontré, el mundo que no podía ver encerrada en mi cárcel, en mi burbuja llena de ponzoña. Pude ver que el Sol puede calentar y que las noches no son tan frías, pues se iluminan y te arropan con cuidado.
Gracias a la brisa, el error de quién tropezó, yo ahora vivo. Hállome llena de sensaciones jamás vividas en mis huesos de cristal. Llegó el viento para forjarme, para que dejase de ser cristal transparente y frágil, y empecé a ser de carne y hueso. De caricias y sensaciones. De miradas, de ilusiones, de sonrisas y felicidad. De besos inesperados y abrazos eternos. Aquí me presento, de nuevo, ante el mundo. Con tantas ganas de vivir en él como de no desaprovechar ningún segundo de su locura. Oh mundo. Trátame bien.

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