El caótico mundo de las letras.

domingo, 26 de febrero de 2012


Es increíble pensar en como empieza todo. Nacemos llorando. La mejor muestra de que estamos vivos y sanos es cuando lloramos. Luego vamos creciendo y el llorar es una muestra de que no estamos bien. Ahora la muestra del bien es la sonrisa. Aquella sonrisa con ojos iluminados que nuestros padres tienen al ver que lloramos al nacer. Es un ciclo. Es algo que se degrada pero que al final es algo lleno, al igual que al principio. Cuando de pequeños tenemos la piel tan lisa y suave es para nosotros un símbolo de la poca experiencia. Porque la vida daña, enseña, es decir, te crea esas arrugas que en la vejez son símbolo de tu sabiduría. Tanto como un niño es bello al nacer con su piel tersa y un anciano es bello al morir con su piel llena de arrugas. O incluso más bello. Pero sin duda lo más bello es que cuando la vida de una pequeña estrella llega a su final ya no lloramos, sonreímos, porque lo hemos vivido todo tan intensamente, hemos llorado y reído.. Por lo que sonreímos al morir porque al nacer lloramos. Porque cuando una vida acaba otra nace. De la misma forma que se creó nuestro universo. De algo que muere nace algo mil veces más bello que lo anterior. Por eso para que no se olvide nuestra existencia en la vida y que ese ciclo se cumpla hay que sonreírle a la muerte como le lloramos a la vida.

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