Y cuando vas consiguiendo estabilidad vuelven los gigantes del viento. Y te atemorizan con sus gritos y hacen saltar tu escudo contra depresiones, les gritas y todo acaba mal. Acabas sin tener esos minutos para salir de tu jaula. Acabas llorando por tu mal comportamiento. Porque ellos saben detectar el momento justo para hacerte derrumbarte. Y hacer que todo lo que, con una semana de esfuerzos habías conseguido, se derrumbará como si castillo de papel se tratara. Porque ellos controlan tus emociones de tal manera que ni tu sabes como lo hacen. Escuchas sus gritos mientras en tu interior solo quieres escapar y volar. Siempre has querido romper los barrotes reales de tu jaula y salir durante horas, posarte sobre una nube y mirar hacia el cielo sin hacer nada. Pero ellos nunca te dejan un minuto de libertad. Solo debes seguir sus órdenes, estarte calmado porque al mínimo estado de irritación ellos harán lo que sea para que te sientas mal.
Después de una tarde llorando, porque ellos rompieron ese pequeño velo que tejiste para seguir hacia delante, no quieres ni ver el sonido del viento provocado por sus voces. Porque estás derrumbada y al mínimo sonido vuelves a caer en ese sin fin de lágrimas. Y te gustaría enseñarles tus demás preocupaciones para que te dejaran un minuto de libertad. Y te gustaría decirles cómo a lo largo de los días te esfuerzas para que alguien te ponga en un folio un numero lo más alto del cinco pero que nunca llega al nueve.
Solo deseas, como siempre; pero ahora con más ansias, poder ser ese pájaro libre(aunque solo sea por unos momentos) para poder vaciarte de preocupaciones y curarte con lo más sanador posible, que son las sonrisas.Poder posarte sobre esa nube de esperanza y lograr hallar esa paciencia necesaria para no perder el control de tus alas.
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